CARNE Y DIGNIDAD
29 de octubre de 2025
Desde que el semáforo peatonal empieza a parpadear hay 12 segundos para cruzar la calle Bravo Murillo. Transcurrido ese tiempo, una oleada de vehículos con el motor revolucionado reanudará su marcha. Si un conductor no lo hace de forma inminente, el barrio de Cuatro Caminos orquestará una sinfonía de pitidos de claxon que solo cesará cuando el tráfico vuelva a su cauce habitual. Madrid ha cambiado mucho en los últimos años. Está irreconocible.
Tetuán es uno de los distritos de Madrid con mayor desigualdad en renta per cápita; también uno de los que más diversidad cultural tiene. Pero no parece que los ciudadanos se relacionen entre ellos. Nadie piensa más que en sí mismo. Ha llegado la inflación, los inmigrantes dispuestos a trabajar más mientras cobran menos y, sobre todo, las multinacionales. Mientras tanto, se han marchado los negocios pequeños. O casi todos.
En el número 119 de la calle Bravo Murillo, un Burger King -maestros parrilleros desde 1954- se enfrenta al otro lado de la acera con Alimentación Alonso, dentro del Mercado de Maravillas. Ambos venden pan, carne y queso: los tres imprescindibles de una hamburguesa, pero no tienen absolutamente nada que ver. Uno es una multinacional, el otro un negocio pequeño. Uno factura millones de euros al día, el otro apenas sobrevive. Uno tiene de director ejecutivo al millonario Joshua Kobza, el otro tiene a Miguel.
Cuando Miguel (59) nació todavía quedaba un lustro para que el primer Burger King viniera a Madrid. A sus 15 años había un total de 20 establecimientos de dicha franquicia en toda España. Hoy en día, solamente en la ciudad de Madrid hay más de 100. Por aquel entonces la vida era muy diferente. Sus padres, autónomos, tenían a su nombre cuatro casas y sus empleados también poseían inmuebles. Pero en 2025 a Miguel no le queda otra que conformarse con pagar su alquiler en Ciudad de los Ángeles.
Miguel se encuentra atendiendo en la sección de carnicería a dos clientes de avanzada edad que, corte a corte y casi de forma improvisada, confeccionan su pedido. A pesar del sudor en la frente, de la mirada cansada y de pasar su palma por el delantal para dar la mano, no es un día duro, sino otro martes por la tarde.
La supervivencia de Alimentación Alonso al torrente de multinacionales no ha sido fácil. Durante cinco años hasta el 2022 el supermercado Lidl insistió en la compra del local junto a otros tantos del Mercado de Maravillas. “Ahora sí me hubiese gustado que comprasen el local, antes a lo mejor era un poco pronto, pero ahora que solo me quedan seis años para jubilarme, sí”, cuenta Miguel. Desde la invasión de Rusia a Ucrania, el palet de harina ha pasado de costarle 450€ a 720€, un 60% más caro.
Curiosamente, aunque Miguel venda sus productos un 50% (como mínimo) más caro de lo que lo ha adquirido -cuando se inauguró Alimentación Alonso en 1995 era un 30%- no lo hace por otra cosa que no sea la de sobrevivir. Como ejemplo, hace 30 años vendía dos barras de pan por 50 pesetas (30 céntimos el binomio), mientras que ahora la unidad la tiene que vender a 1,30€ para ganar un mínimo beneficio. El salario de sus trabajadores también se ha multiplicado un 150%.
Hacienda no se lo pone fácil. Le sorprende con exigencias que no siempre puede prever, como cuando le obligaron a actualizar las cajas registradoras hace unos meses. Tampoco se destinan demasiados recursos al crecimiento del sector. Según los Presupuestos Generales del Estado de 2023, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación recibió 1.188 millones de euros (el sexto que menos), a pesar de aportar un 8,9% al PIB y suponer un 11,3% del empleo. Por otra parte, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico obtuvo 10.501 millones de euros. “Vamos a tener la energía muy barata, pero al precio de no comer […] nos estamos cargando la agricultura”, sentencia Miguel.
Al cruzar ese semáforo peatonal mientras los motores rugen antes siquiera de la finalización del parpadeo, en la otra acera de la calle Bravo Murillo la empresa Burger King anuncia en su cristalera el regreso de la Cheddar Wave. Este ansiado retorno, disponible únicamente hasta el 20 de octubre, incluye la opción vegana. Ahí también la multinacional le saca ventaja a Alimentación Alonso; el modesto negocio no ha sido capaz de fabricar carne vegana. Entiéndase la ironía.
Dentro del Burger King no está Miguel para atenderte. Esta vez una pantalla táctil de autoservicio te facilita el pedido. Si registras tu cuenta, dicha pantalla tendrá la cortesía de llamarte por tu nombre y acumularás coronas para que posteriormente lo puedas canjear por ofertas irrechazables, como la de tres Nuggets por 2000 coronas. Eso sí, cuidado, si en 30 segundos no tocas la pantalla, un aviso preguntando “¿todavía estás aquí?” amenazará con una cuenta regresiva para cancelar tu pedido. No vaya a ser por tu lentitud alguien se quede sin la Cheddar Wave.
Joshua Kobza dio una de sus primeras entrevistas como director ejecutivo de Burger King en noviembre de 2023 a la cadena CNBC de Estados Unidos. Aseguró que las oportunidades que tienen por delante es lo que más le ilusiona de cara al futuro. Las próximas décadas parecen prometedoras para su empresa.
Por otra parte, Miguel prepara otro pedido mientras prosigue con la entrevista. Ya son 30 años cortando y pesando la carne, preguntando “¿algo más?” y tecleando la balanza de charcutería. Al jubilarse marchará a su pueblo para vivir una vida más despreocupada, fuera de Madrid y su bullicio. Lo que pase con Alimentación Alonso ya se verá más adelante.
- Y tú, Miguel, de todos los años que llevas trabajando, ¿qué es lo que más te enorgullece?
No vacila al responder. Le brillan los ojos, no hay duda en sus palabras.
- Mis hijos. Lo que más. Y es lo único que importa.
Al salir del Mercado de Maravillas, la calle Bravo Murillo sigue con su caos de antes. La gente camina y los coches circulan. A la derecha del Burger King, se encuentra un viejo conocido del mercado; el amarillo del logo conduce la mirada. Ese Lidl es el tercero de la calle. El mismo que no pudo comprar Alimentación Alonso se instaló enfrente poco después. Al parecer, en esta ciudad nadie puede librarse de lo inevitable; salvo Miguel y otros pocos, supervivientes del “crecimiento” de Madrid.